domingo, 28 de abril de 2013

"Number six." Capítulo 2. Miedos.

Nota de autora: Segundo capítulo.

Autora: Kimiko Mizuki.
Clasificación: +16
Advertencias: Lemon, M-preg.
Género: Drama, Romántico.
















—¿Y bien?

—…

—Vamos, Nao-shii~ que no tengo todo el día para esperar a que quieras decirme qué pasa. ¡Me tienes nervioso!

—Es que es un poco complicado, Pon… —Suspiró por enésima vez, mientras jugueteaba ansiosamente con el vaso de café que tenía entre sus manos. No sabía exactamente cómo darle semejante noticia a su amigo.

—¿Tiene que ver con la consulta médica que tenías ayer? —El otro no dijo nada, sólo asintió un poco. Hiroto enarcó una ceja esperando a que continuara, pero al ver que no pretendía hacerlo preguntó—. Bueno… ¿Qué pasó?

—Es… Es…

—¡¿”Es…”?! ¡Nao, me estás asustando! —Dijo en un tono alto, sin llegar a gritar pero notoriamente nervioso; comenzaba a asustarse—. Acaso… ¿Acaso es algo malo?

—Sí… No, no sé. Es por eso que quiero decírtelo a ti. Necesito ayuda, Pon, no puedo pensar claramente, no sé si esto es bueno o malo. Tampoco quiero hacer algo de lo cual después me arrepentiré.

—Y no lo sabré si no me lo dices —El menor tomó con su mano una de las que tamborileaba con desespero sobre la mesa y la apretó, intentado transmitirle apoyo para que pudiera continuar—. Anda, Nao-shii, dime. Soy tu amigo, ¿acaso crees que te juzgaré o algo parecido?

—Bueno… —Cuando por fin pudo tranquilizarse un poco buscó en su bolso aquél papel. Una vez lo encontró se lo tendió al rubio, quien miró primero extrañado, para luego tomarlo.

—¿Qué es?

—Son los resultados de la consulta…

Sólo bastó decir eso para que el otro lo abriera y comenzara a leerlo, intentando abrir su mente para entender aquellos términos un poco complicados que usaban los doctores. Sus ojos se abrieron casi que completos cuando entendió qué significaba el “positivo” del papel y su mirada pasó rápidamente a la del chico que tenía una mueca de miedo en la cara, seguramente temeroso de lo que el menor pudiese decirle. Estuvo mirando del papel al baterista un par de veces mientras terminaba de procesar la información, y cuando por fin su mente dio el ‘click’ fue que pudo hablar…

—¡¿Estás en cinta?!

—¡¡Shhhhh!! —Dio pequeños manotazos al aire intentado callar al menor, que se sonrojó un poco de vergüenza por haber reaccionado de esa manera en un lugar público como lo era la cafetería en la que ahora hablaban.

—Lo siento… Es que… Dios, Nao, no me lo esperaba. ¿Cómo que estás en cinta? Digo, no sabía que tú eras de esos chicos que podían hacerlo —El chico miraba al mayor con cierto brillo en los ojos y una pequeña sonrisita, que sin borrar aquello de su rostro volvió a hablar en el mismo tono alto pero sin llegar a gritar—. ¡¿Eso significa que seré tío?! ¡Qué emoción!

—¿”Qué emoción”? ¿No te molesta?

—¿Molestar? Nao, ¿por qué tendría que molestarme? —Enarcó una ceja, mostrándose confundido.

—Porque tal vez por culpa de… esto, nuestra carrera se pueda ver truncada. ¿Debería tenerlo? —Le miró con angustia.

—¡Pero claro! —Chocó sus palmas sobre la mesa al tiempo que decía aquello—. ¿Qué importa la carrera? Es un niño; es tu hijo, ¿acaso no lo amas?

—Sí, Pon, no lo conozco, ¡nunca le he visto! Pero le amo como no tienes idea… Es una parte de Shou y mía que crece en mí interior, ¿cómo no amarlo? Es sólo que… —Sus ojos ser humedecieron y se cubrió el rostro con la manos. Hiroto se levantó de su lugar y se sentó al lado del baterista para ceñirlo en un abrazo—. Tengo miedo… Pon, t-tengo miedo… —Susurró entre sollozos dejándose abrazar. Necesitaba aquella muestra de afecto reconfortante.

—Tranquilo… Es normal que tengas miedo, Nao-shii —Susurró de igual forma dando pequeñas caricias-, pero que sepas que no estás solo. Nos tienes a tus amigos para apoyarte y a Shou, ¿has pensado hablar con él? —Le miró.

Nao negó sin mirarle. Ciertamente había desconectado cualquier aparato tecnológico con el cual le pudiese contactar el vocal, aún no estaba preparado para decirle.

—Pero él tiene derecho a saberlo…

—Lo sé, pero tengo miedo… ¿Qué pasa si no lo quiere?

—¿Y qué pasa si sí lo quiere? No seas tan negativo. Si pasa algo, yo estaré para ti. Sé que no sería lo mismo, pero saldrás adelante, Nao. Por la banda no nos preocupemos aún, algo se nos ocurrirá; esto no será el fin de Alice Nine, confía en mí, ¿sí? Sé que soy sólo un niño según la gran mayoría, pero haré todo lo que esté en mis manos para que seas feliz, y mi sobrinito también. Te lo prometo —Finalizó con una hermosa sonrisa volviendo a apretar al mayor en un caluroso abrazo, al cual éste sí correspondió esta vez. Le sintió sollozar nuevamente y se preocupó—. ¿Por qué lloras aún, Nao-shii? No quiero verte triste…

—Es de alegría, Pon, tus palabras me han conmovido… Eso, y que las hormonas me tienen demasiado sensible —Ríe despacito y se separa un poco del menor sonriéndole mientras secaba sus lágrimas—. Gracias.

—No me las des, sabes que lo hago porque te quiero. Vamos, aún tenemos toda la tarde, ¿a dónde te gustaría que fuéramos?

—No sé… ¿Caminamos? Quizás eso me ayude a despejarme.

—Está bien, vamos.

Una vez hubieron pagado, salieron del lugar y comenzaron a recorrer el gran centro comercial en el que se encontraban. Viendo vitrinas de ropa que le llamaban la atención al menor, y unas que otras prendas que gustaban al mayor; el cual tuvo repentinos antojos que el rubio concedió gustoso, a pesar de lo avergonzado que se mostraba Nao al recibirlos. Antes de partir del lugar, se toparon con un pequeño almacén de bebés donde Hiroto no resistió entrar jaloneando a Nao con él.

El menor miraba cada cosa que había en el lugar con gran entusiasmo; como si fuese él quien estuviese embarazado, mientras el baterista miraba todo recatadamente, con un sentimiento inentendible en el pecho que crecía al imaginarse a su bebé con aquellas ropitas. Se acercó a uno de los estantes y tomó un mameluco blanco de recién nacido con el estampado de un pequeño osito tomando biberón a la altura del corazón. Era tan chiquito y suave; tal como sería su hijo. Se vería hermosos con él. Tan ensimismado estaba en su mundo, que no se dio cuenta cuando el guitarrista se acercó a él hasta que éste le habló.

—¿Te gusta ése?

—¿Ah? —Le miró sintiéndose descubierto y se sonrojó al encontrarse con el rubio sonriéndole tiernamente.

—Que si te gusta ese. Desde hace rato te veo mirándolo. ¿Quieres que lo llevemos?

—Yo… Eh… No sé —Volvió su mirada al trajecito—. ¿P-podemos?

—¡Claro! —Le tomó de la mano y caminaron hasta la caja donde Hiroto, a pesar de los reclamos de Nao, pegó por el mameluco que encantó al baterista—. Tómalo como el primer regalo de los muchos que le daré a mi sobrinito o sobrinita, Nao-shii.

—Gracias, pequeño… No sabes lo agradecido que me siento ahora mismo contigo —Habló una vez estuvieron caminando en dirección al departamento del mayor.

El camino era tranquilo. La suave brisa de la tarde hacía buena acompañamiento a la escena de los dos músicos caminando de regreso, mientras el cálido sol recaía sobre la ciudad de Tokyo. Y ésta vez; al menos por ahora, Nao pudo por fin sentir el calor que éste le transmitirle.

—Ya no me des más las gracias. Ahora sólo quiero que estés tranquilo y comas bien~ ahora debes cuidarte más, no sólo por ti, sino por el niño también. ¿Vale? –Ya habían llegado a la puerta de entrada del departamento, y el rubio le entregaba la bolsita decorada que tenía el mameluco al mayor.

—Sí, mamá —Bromeó sin reprimir una risita que fue correspondida por el otro.

—Adiós, Nao-shii, mañana vendré temprano por ti para que vayamos juntos al ensayo.

—Está bien. Regresa con cuidado.


Una vez hubo cerrado la puerta, dejó la bolsita sobre la mesa que se encontraba casi en la entrada; en el living, y comenzó a sacarse la delgada chaqueta que traía puesta. Se dirigió a la habitación y la dejó caer en la cama antes de entrar al baño para tomar una ducha.
Después de varios minutos, una vez hubo salido de ésta completamente bañado y cambiado con ropas de estar en casa, escuchó unos extraños sonidos afuera de su habitación. Motivado por la curiosidad salió a paso lento, pensando lo peor. ¿Acaso serían ladrones, o algo así?, y caminó hasta poder asomarse un poco por el umbral de pared que le separaba del living donde escuchaba el sonido. Grande fue su sorpresa cuando vio ahí parado a Shou, mirando con cierta extrañeza el interior de… De la bolsita. Su corazón se aceleró con fuerza y comenzó a sudar frío. Eso no debía pasar así, Shou no debería haber visto eso, ¿qué le diría ahora? Un ligero mareo le hiso tambalearse en su lugar, lo suficiente como para que el vocalista se percatara de su presencia.

—¿Nao?

—H-Hola, Shou… —Se acercó a paso lento hasta quedar enfrente del castaño, pero sin verle directamente a los ojos.

—¿Qué pasa…? He intentado comunicarme contigo de todas las maneras posibles y es como si te hubiese tragado la tierra. ¿Por qué no querías hablar conmigo? ¿Cómo te fue en la consulta? —Miró como su baterista curvaba un poco los labios, y le causó un poco de temor. Reconocía ese gesto en él—. ¿Acaso pasó algo malo? Y… ¿Qué es esto? —Levantó la bolsita para que el otro pudiese verla—. ¿Qué haces con ropa de bebé?

—Cariño… —Aspiró un poco de aire antes de seguir hablando; armándose de valor—. Responderé todas tus preguntas, pero por favor, vamos al sofá. Ahí hablaremos con… Con más calma, ¿te parece? —Intentó parecer tranquilo y relajarse todo lo posible en el trayecto hasta el sofá. Necesitaba estar así para poder explicarle bien el asunto a su novio, pero su corazón quería salírsele por la boca.




Tenía miedo, mucho miedo. Y aún no estaba listo para aquello. Pero las cosas se dieron así, así que tenía que enfrentarlas, pero… ¿Cómo terminaría todo?













 Continuará.

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