viernes, 26 de abril de 2013

"No todo es cómo aparenta ser." Capítulo 1. ¡Yo también puedo dominar! (Bill)


Autora: Kimiko Mizuki.

Clasificación: +13
Advertencias: Lemon.
Género: Romántico, Humor.










“El menor, quien tenía sus mejillas tintadas de un tono carmín, soltaba sonoros gemidos ante cada caricia que recibía de su gemelo. Éste, sin desocupar dichas caricias que daba con sus labios en la superficie de la sensibilizada piel de Bill, dirigió una de sus manos a uno de sus pezones mientras que la otra se ocupaba en deshacer las pocas ropas que aún conservaba el menor, dirigiendo uno de sus dígitos a la entrada del contrario, rozándola levemente como pidiendo permiso para entrar, y sin más preámbulos…”



—Agh… —Aquél gruñido fue acompañado de un audible ‘click’ proveniente del mouse de la laptop en la que se hallaba el menor de los Kaulitz. Éste se encontraba completamente frustrado y aquello se podía apreciar en el rostro que exponía; el ceño fruncido con los labios apretados y curvados, en un claro gesto de disgusto—. ¿Cómo puede ser posible esto? —Susurró para sí mismo revolviendo sus cabellos-. No hay respeto…

—¿Bill? ¿Estás hablando solo? —Y como si le hubiesen dado un toque eléctrico al recién nombrado, cerró de manera brusca la laptop al escuchar la voz de su gemelo, cosa que descolocó un poco a Tom.

—¡Tom! Eh… ¿Q-Qué haces aquí? Creí que estabas en la sala de grabaciones —Despistarlo, eso era lo que intentaba Bill, cosa que se le dificultaba un poco por el susto que le dio su hermano, haciendo que sus nervios subiesen hasta niveles inimaginables y le dieran un toque de sospecha. Pero al parecer el mayor no se dio cuenta de esto, pues como restándole importancia a lo de hace un rato, se giró para buscar un ‘algo’ entre una pila de papeles que se hallaban en el escritorio de aquella sala de ensayos.

—Sí, lo estaba —Respondió mientras revolvía aquella montaña de papeles—. Pero olvidé la partitura de una de las canciones y tuve que regresar a buscarla.

Bill no respondió nada, sólo se quedó observando a su gemelo sin que éste se diera cuenta. Realmente no le molestaba el hecho de que las fans escribieran ése tipo de cosas con ellos. Le daba igual. Incluso, hasta le parecía de cierto modo interesante; porque muchos de los sentimientos que plasmaban en éste tipo de historias eran en su mayoría ciertos, tanto así, que a veces se preguntaba si era muy obvio en ése aspecto. Siempre se consideró una persona bastante abierta con sus sentimientos, pero cuando se hablaba de ‘ése’ ámbito en sus emociones, intentaba ser lo más cuidadoso posible, pues no era algo que estuviese bien visto ante los ojos de los demás. Pero para ser honesto a él nunca le importó el qué dirán. Si hubiese sido así, seguro y ahora no estuviesen donde están; hablando de su realización como banda. Lo ocultaba por temor, temor a que su hermano le mirase como un bicho raro por guardar esos sentimientos hacía él. Amaba mucho a su hermano, no había duda de eso, un amor que no era el típico ‘amor fraternal’; él amaba a su hermano como hombre, como amante, como pareja, y lo descubrió hacía ya un par de meses en una noche de insomnio en la cual se puso a ‘organizar’ sus sentimientos revueltos; llegando a esa conclusión. No le avergonzaba para nada de amarle, ni se preguntaba el por qué, eso no le importaba, sólo sabía que le amaba y era lo único que le importaba.

Lo que le llegó a molestar fue el hecho de que, un día indagando por Internet y aquellas páginas en las cuales las fans escribían y subían sus historias, se dio cuenta que en el 95% de ellas él era el sumiso, el de abajo, el uke. ¡¿Por qué?! Era la pregunta que rondaba por su cabeza y las respuestas que le daban aquellos escritos eran por su apariencia andrógina, en su mayoría. Y lo que más tocaba la llaga de su lastimado orgullo, era que en algunos, e incluso la mayoría, de los llamados fanfic’s, su personalidad rayaba a lo estúpido y vergonzoso. Sonrojo, tartamudeo, nerviosismo a todo momento, no poder ni verle a la cara a su gemelo porque sus piernas temblaban como gelatina. ¡Por Dios! Él era un hombre también, no una nenaza de quince años en su primer amor.


—¡Aquí está! —El grito de victoria que dio su hermano le sacó de sus pensamientos—. Mejor vuelvo ya a la sala de grabación antes de que Gustav comience con sus ataques de vieja hipocondriaca —Bromeó el de rastas guiñándole el ojo a su gemelo como despedida, a lo que éste le respondió con una media sonrisa, despidiéndose con la mano.


Él podía ser tan o más dominante a como las fans ponían a Tom en sus fanfic’s. Conocía a Tom como a la palma de su mano, cosa que quizás ellas olvidaban o pasaban por alto, y entre eso estaba el hecho que conocía ciertos puntos que podrían hacer doblegar a su hermano. ¿Cómo lo sabía? Pues… Cosas de gemelos~. ¿Por qué no los utilizaba a su favor? Como dijo antes, le daba temor su reacción.


Pero….


—¿Y si…? —Bill adquirió un semblante entre pensativo y serio ante la idea que surcó su mente. Semblante que fue reemplazado por una amplia sonrisa que reflejaba algún tipo de emoción inexplicable.

Aquella idea era, para él, simplemente genial. Con ella mataba dos pájaros en un sólo tiro. Claro, que puede haber dos tipos de resultados para aquello; uno realmente bueno y otro desastroso, pero bien es sabido que quien no arriesga no gana, ¿verdad? Y él estaba dispuesto a arriesgarse para conseguir lo que tanto anhelaba en ese momento: a su hermano. Y no sólo intentaría conseguir su amor, ¿por qué no también la satisfacción de demostrar, aunque fuera para sí mismo, que él podía ser quien tomase las riendas en aquella incestuosa relación? ¿Que su apariencia no tenía nada que ver con la forma en la que se podía desempeñar en la cama? Por decirlo de alguna manera. Además, no es que disfrutase mucho de imaginarse a sí mismo siendo… Penetrado; ése lugar era algo sagrado para él. Tanto para él, como para Tom.

Y sí, lo sabía, sabía que no sería fácil hacer que su hermano hiciese y accediera a ‘eso’, pero… ¿quién dijo que Bill Kaulitz se detenía por esas pequeñeces? Ya verían como haría que su hermano, no sólo aceptase, sino que disfrutase hacerlo.























Continuara.

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