...Dolor…
¿Quién nunca no lo ha experimentado?
…Pero...
¿Qué es realmente el dolor?
El dolor puede manifestarse de muchas maneras, pero entre
más crecemos, el dolor comienza a distorsionarse; tomando diferentes formas,
sintiéndose de diferentes maneras… A tal punto, que el dolor no-físico comienza
a tomar más fuerza que el que lo es. Pero aún así, aquello sigue siendo dolor.
¿Recuerdas aquella época de nuestra vida en la cual, los
golpes de las rodillas y las caída que nos dábamos jugando dolían más que otra
cosa? Ahora, ¿no quisieras volver a aquella época?
A veces por desesperación, el dolor nos hace cometer
estupideces, que por más estupideces que sean, sientes que te da un poco de alivio momentáneo.
¿Por qué duele?
Porque... Porque estamos vivos.
Llega un punto de la vida, en el que te das cuenta que los
golpes más fuertes y dolorosos que puedes recibir son unas “simples” palabras. Palabras que se
clavan y dejan un enorme hueco en ti, mientras que la persona que las lanzó no
tiene ni ápice de idea cuánto puede llegar a lastimarte. Es que no quieres que
te vean débil. O quién sabe qué excusa. Pero todos tenemos un
punto de ebullición. No se identifiquen tanto, porque así como la
gente nos lastima de diferentes maneras; nosotros también lo hacemos. Y a veces
tampoco sabemos el daño que causamos hasta que vemos las consecuencias, ¿no?
El dolor nunca dejará de hacerse presente en nuestras vidas.
En algún momento se hace presente. Y sólo nos quedan dos opciones, o aprendemos
a sobrellevarlo, o él aprenderá a sobrellevarnos a nuestra tumba. Decisiones.