sábado, 4 de mayo de 2013

"Karma." Capítulo 1. ¡Ya no te aguanto!

Notas de autora: Buenas tardes.~ No tengo mucho que agregar en los primero tres capítulo de ésta fanfic, pero si quieren ver el resumen, por favor ir a la categoría de "fanfics". Ahí se encontrará el resumen y la lista de los capítulos colgados.

Espero que lo disfruten.

Autora: Kimiko Mizuki.
Clasificación: +16
Advertencias: Gender Swap, Slash, Lemon.
Género: Drama, Romántico.









Capítulo 1. ¡Ya no te aguanto!











—¡¿Por qué tienes que ser así, ah?!


Aquél grito resonó en el interior de una casa; más específicamente la casa que ambos guitarristas de la reconocida banda japonesa llamada The GazettE. Y el nombrado grito no era nada más ni nada menor que del menor de los dos, quien tenía sus brazos en jarra apoyados en sus caderas y el ceño más que fruncido, a pesar de que el otro no le pudiese ver ya que le daba la espalda desde el sillón.


—Vamos, Kouyou, ¿por qué siempre me estás gritando como vieja hipocondriaca? ¡Sólo era un maldito delineador! Te puedes comprar otro la próxima vez que vayamos al centro comercial. Ya deja de chillar —Espetó el moreno que respondía al nombre de Yuu, mientras hacía zapping al televisor frente suyo sin ganas de encarar a su pareja, su rostro recargado con aburrimiento sobre su mano apoyada en el brazo del mueble.


Él se preguntaba, ¿por qué diablos a Uruha siempre le daban esos arranques de mujer con la menstruación? Sí, le amaba, y nunca se atrevería a decir lo contrario, pero había momentos en los que le daban ganas de darle una patada en el trasero y decirle que cierre el pico. Que si por qué no era más tierno, que si por qué no le daba más atención, que si por qué no le toma de la mano, que si el beso, que si el abrazo, que si las caricias… ¡Por Dios! ¿Acaso Uruha no podía ser un poquitín más hombre? Ésas cosas, desde su punto de vista, eran muy cursis, tontas e innecesarias. Eran ‘cosas de chicas’.


Pero lo que Yuu no sabía, es que para Uruha, ésas muestras de afecto SÍ eran necesarias, no es como que quisiera que Aoi fuese un caramelo endulzado con él, pero… ¿Qué le costaba a Aoi darle un beso o una muestra de afecto de vez en cuando sin que tuviese que pedírselo? ¿O que pusiera más interés en sus cosas? Sin que las tachara de ser “maricas”; como las llamaba él. Ir de compras era su pasatiempo favorito, pero el señor masculinidad nunca le acompañaba objetando ser algo para mujeres y que él no era una ni mucho menos tenía complejo de una. Eso le hirió en su momento, ¿acaso le había dicho que tenía complejo de mujer en pocas palabras? Sí. Y después de aquél innecesario comentario, duraron sin hablarse casi un mes, siendo el guitarrista mayor quien acepto su error, lo asumió, se disculpó y lo enmendó. Pero nunca acababa de comprenderle, y eso le frustraba.



—¿Qué deje de chillar? ¡Me tienes harto! Nunca pones cuidado a mis cosas, ¿acaso no sabes que mis putos maquillajes están ahí? ¡¿Por qué mierdas tenías que tirarlos como si no fueran nada?! —Se masajeó con violencia el puente de su nariz—. ¿Sabes qué, Yuu? Vete a la reverenda mierda- Y sin esperar contestación, se giró sobre sus pies y comenzó a subir escaleras arriba directo a la habitación, seguida de un sonoro portazo.



Aoi sólo pudo soltar un suspiro con pesadez mientras dejaba caer su cabeza en el respaldo del sillón, cerrando los ojos y restregándolos un poco con el dorso de su mano. Se incorporó y apagó la televisión para después levantarse del cómodo sillón y enfilar por donde antes se había ido su novio. Debía admitirlo; la cagó, ¿pero era muy necesario que armara semejante alboroto? Otro suspiro por parte del moreno que subía las escaleras. Como haya sido, le pediría la muy merecida disculpa que su castaño se merecía.


Tocó un par de veces la puerta y sin sorprenderse mucho, recibió un ‘lárgate’ como respuesta. Sin más aviso, entró a la habitación a pesar de que el menor se lo hubiese denegado hace unos segundos. Le encontró sobre la cama, bocabajo y con sus brazos tendidos descuidadamente a cada lado de su cabeza Sonrió como bobo y cerró la puerta detrás de sí después de haber entrado por completo.



—Oye… No te pongas así, patito, sabes que soy un tonto que hace cosas sin medir las consecuencias —Uruha sintió ablandarse cuando escucho aquél tierno mote que sólo permitía que Aoi usara con él, pero no era lo que esperaba, así que sólo hizo como si no hubiese escuchado nada. Cosa que frustró un poco a Aoi—. Está bien.



Aoi se acercó silenciosamente hasta la cama y gateó sobre ella hasta que estuvo al lado de su compañero de cuerdas, se dejó caer, y con melosería, pasó uno de sus brazos y una de sus piernas sobre el cuerpo de Kouyou, atrayéndolo en un abrazo como si fuese algún tipo de pulpo. Uruha en ningún momento levantó la mirada, pero sintió como toda la rabia que momentos antes tenía acumulada en su interior desaparecía, dejando paso a aquél arrullador sentimiento se creaba con la respiración del moreno en su oreja.



—Patito~ —Uruha se estremeció, sentía el cálido aliento de su pareja chocar en ésa zona sensible, y el hecho de que Aoi estuviese dando suaves caricias con la punta de su nariz no ayudaba mucho—. Te amo —Y después de decir aquello, dejó un suave beso en la parte de su mejilla que no quedaba oculta.



Y estos eran los momentos en los que Uruha dejaba si quiera de pensar en la idea de dejarlo. Porque a pesar de que Aoi no le demostrara aquél afecto en momentos en los que los necesitaba (O exigía), cuando lo hacía era simplemente hermoso, tierno y romántico. Porque a pesar de que Yuu tuviese ése complejo de machista que le hacía hervir los cojones, siempre con un ‘te amo, patito’ hacía que su estúpida rabia se esfumara, dando a relucir aquél profundo amor que se tenían.



—Eres un idiota, Yuu… —Ladeó por fin el rostro, encarando al moreno—, pero eres el idiota que amo… —Estiró la trompita y sin decir más, Aoi sonrió y dio un pequeño beso sobre sus labios.

—¿Estoy perdonado, señor Takashima? —Aoi rió divertido cuando Uruha infló sus mejillas ‘enojado’.

—Por ahora… ¡Pero me tienes que llevar de compras! Que el delineador no fue lo único que estropeaste. Si no, no te perdono —Chantajeó infantilmente.

—Vale, vale —Después de eso hubo unos segundo de silencio—. Uru… ¿No has pensado en dejar de usar maquillaje? Digo, sin él aún luces guapo.

—No quiero hablar de eso de nuevo, Yuu. Sabes que me gusta usarlo y no por eso soy menos hombre que tú, así que no quiero descurtir de nuevo ése tema.

—Ya, pero no te vayas a enojar, patito —Aoi se acercó más y mordió el labio inferior de Uruha, quien emitió un bajo gemido por tan repentina acción—. Sabes… ¿qué quiero hacer —Sonríe con picardía.

—Uhmmm, no —El castaño le devolvió un gesto parecido, con un latente brillo de pasión en sus oscuros ojos—. ¿Qué quieres hacer, Aoi-shii?

—Algo como esto… —Se acercó y le besó nuevamente, pero ésta vez era un beso más profundo. Con delicadeza hizo que Uruha adoptase una posición bocarriba mientras él masajeaba con maestría sus blandos y carnosos labios, mordiéndolos de vez en vez. Cuando los dejó un poco rojos en hinchados se separó unos cuantos centímetros, dando un pequeño lamentón—. Y esto —Bajó sus labios hasta la curvatura del cuello del contrario, aspirando un poco de su dulce olor antes de mordisquear y succionar la de blanca piel de su novio, haciendo que el contrario soltase suspiros de placer mientras sus ojos se hallaban cerrados; concentrado en las deliciosas sensaciones que Aoi le hacía sentir.



Aoi metió su mano bajo la ligera camisa blanca que llevaba el guitarrista y una cosa llevó a la otra, haciendo que ambos guitarristas pasasen una tarde llena de amor, pasión y mucha lujuria. ¿A quién no le gusta eso?

















Continuará.

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