sábado, 4 de mayo de 2013

"Karma." Capítulo 3. ¡¿Qué le pasó a mi cuerpo?!

Nota de autora: Espero regresar pronto y traer el capítulo cuatro. Disfruten~

Autora: Kimiko Mizuki.
Clasificación: +16
Advertencias: Gender Swap, Slash, Lemon.
Género: Drama, Romántico.








Capítulo 3. ¡¿Qué le pasó a mi cuerpo?! 





A la mañana siguiente. 





Cuando el reloj que yacía sobre la mesita de noche de aquella habitación marcó las seis con treinta de la mañana, el muchacho de cabellos castaños que dormía plácidamente con su pareja abrió sus orbes color ámbar con pereza y los restregó en un intento de disipar el sueño. Una vez sus ojos se acostumbraron al amanecer, se incorporó en la cama y se calzó las pantuflas que descansaban a un lado de la misma; aún tenía sueño, no lo negaba, pero debían ir a la compañía para cumplir con su jornada, al igual que Yuu. Éste debía despertar justo después de que Kouyou salía del baño. Era una especie de rutina que tenían ambos. 


Se levantó de la cómoda cama y caminó hasta el baño, donde se tomó su tiempo para bañarse y prepararse. Una vez se encontró listo, salió completamente cambiado y dispuesto a preparar el desayuno de los dos. Sabía que Yuu se arreglaría mientras él se encontraba en la cocina. 


Diez minutos después. 


—Ugh… —El moreno se giró hasta quedar bocabajo sobre la cama. Sabía que ya era hora de levantarse, pero sus ojos simplemente se negaban a abrirse. Sentía su cuerpo extrañamente pesado, más extraño que pesado, a decir verdad—…No quiero trabajar, joder… —susurró mientras abría con pequeños pestañeos sus ojos, pero sin mover más músculos de su cuerpo que los requerido para realizar tal acción. 


Aoi volteó el rostro para verificar que Uruha ya se hubiese levantado, y se dio con que así era. Suspiró con pereza y se sentó en la cama sobre las pantorrillas mientras que con sus manos se restregaba toda la cara para ‘quitarse’ el sueño. Sentía un raro peso en el área de su pecho, pero tal vez aún anda dormido. Ya imaginaba cosas. Se levantó y ahí fue cuando no pudo evitar bajar su mirada a aquella molestia que evidentemente provenía de su pecho. Un grito se ahogó en su garganta y sus ojos se abrieron desmesuradamente al ver de qué se trataba aquello. Palideció y comenzó a sudar frío mientras que sus manos temblaban ligeramente, aquello… ¡¿Por qué tenía un par de senos en vez de su plano pecho?! 

—¿Q-qu-….? —Un mareo le hizo tambalear y sintió como los temblores llegaban a él con más fuerza. Sin saber qué más hacer, corrió hasta el espejo de cuerpo completo que ocupaba Uruha y se miró—. Oh por Dios… E-Esto... esto no puede estar pasando… ¡Es una jodida broma! KOUYOU, ¡KOUYOU! 

Corrió escaleras abajo casi cayéndose y a tal velocidad que al llegar al marco de la puerta de la cocina, no pudo frenar con tiempo antes de estrellarse con el guitarrista menor que iba de salida a ver qué ocurría con Yuu para que gritara de aquella manera su nombre. Ambos cayeron al suelo; el mayor sobre el menor, pero rápidamente se incorporó sin la más mínima intensión de ocultar su rostro lleno se pánico mientras tocaba sus crecidos pechos y subía con igual rapidez sus manos al cuero cabelludo, agarrando una larga melena de color azabache comprobando, o queriendo comprobar, que aquello realmente era verdad. Uruha al sentarse también sobre el suelo y abrir los ojos, no hizo más que abrirlos con más amplitud. 

—¿Qu-quién eres tú? ¿Cómo entraste aquí? —No sabía qué estaba pasando. No era normal que una aturdida mujer se estrellara contigo, y más si dicha mujer estaba semidesnuda, con sólo un bóxer cubriendo su intimidad… «¡ESPEREN!… Ese bóxer… ¿Acaso no era de Yuu? Ay no…»—. ¡¿Quién eres tú?! —repitió mientras adquiría un semblante entre desesperado y confuso, tomó a la persona que estaba frente suyo por sus hombros de manera brusca sacudiéndole. 

—¡Suéltame, joder, que me lastimas! —Se zafó del agarre del otro y lo tomó esta vez él por el rostro, haciendo que le mirara—. ¡Soy yo, Kouyou, Soy Yuu…! Mierda, n-no sé qué pasó… Me desperté y... y —sollozó. Las lágrimas de desesperación comenzaron a bañar las pálidas mejillas del guitarrista moreno que moría de miedo.

—No puede ser, no puede ser, no puede ser... ¿Cómo es posible…? —Uruha estaba atónito, casi en shock. Frente suyo, en vez de estar el hombre que era su novio, aquél hombre esbelto, con notorios músculos y cabello corto, estaba una delgada morena con cabello hasta la cintura y firmes senos, que no eran ni muy grandes ni muy pequeño, una cintura un tanto marcada y estrecha y un abdomen plano. El bóxer que llevaba le quedaba un poco grande, pero eso no quería decir que careciera de caderas, pues sí que las tenía. Sus piernas eran blancas y largas, sin ninguna marca, simplemente… hermosas. Para ser una mujer, claro.

Uruha no daba crédito a lo que estaba viendo, porque aunque quisiera que no fuera verdad, esa persona; esa chica, SÍ era su novio. 

—No sé… No sé, ¡no sé, Kouyou! Pero hay que hacer algo, pero no sé cómo. NI SIQUIERA SÉ CÓMO OCURRIÓ ESTO. Yo no puedo salir así, ¿qué hay de mi vida? ¿Qué hay de la banda? Oh por Dios… la banda —Se llevó sus finas manos a su cabello y lo apretó con algo de fuerza, tirando un poco de ellos con desesperación mientras sus ojos de hallaban fijos en algún punto. De verdad parecía muy aturdido. Y no era para menos—. No, no, no, ¡¿Qué voy a hacer?! ¡Todos se reirán de mí! ¡Ya no podré ser el guitarrista de the GazettE! ¡¿Qué mierda voy a hacer?! —Se cubrió el rostro con ambas manos y se arañó con frustración mientras lloraba. 

—¡Yuu ya cálmate, joder, sólo haces que me desespere también! —El castaño al ver que su novio se lastimaba, le tomó de las muñecas con firmeza y las separó de su rostro para que cesase con lo que hacía—. ¡Para con esto! No eres el único que está así —Ciertamente Uruha también estaba casi igual de aturdido que Aoi, tampoco tenía idea de nada, ¡ayer su novio era hombre, ¿cómo carajos pasó eso de la noche a la mañana?! Pero debía mantener el control, si ambos lo perdían podría ocurrir algo peor. Intentaría pensar con cabeza fría él, en vista de que el moreno ya había perdido completamente la cordura. 

—¡¿Y cómo cojones quieres tú que me calme, ah?! ¡Claro, como tú no eres el que está en el cuerpo de una mujer! ¡Como tú no eres el que está a punto de perder su vida! —arrugó el entrecejo mientras nuevas lágrimas caían libres—. ¡¿Acaso crees que YO debería tener esto?! —El pelinegro tomó entre sus manos sus senos, y Uruha no puedo evitar sonrojarse ligeramente ante el gesto—. ¡¡Así que no me pides que me calme!! —dijo a la vez que golpeaba el pecho de Uruha con su mano cerrada en un puño, de manera no tan fuerte. 

—Hasta tu voz se agudizó más. Pareciera que chillaras en vez de hablar… —Error. Vio el 
rostro lleno de ofensa de Yuu antes de que éste atinara a darle una bofetada que le dejó mirando para un lado—. ¡Duele! ¡¿Y por qué me pegaste?! —se sobó con una de sus manos el área afectada.

—¿Y tienes el descaro de preguntármelo? ¡¿Sabes qué?! Jódete, no te necesito. Sólo eres un idiota que… ¡AH! —se levantó del suelo de golpe y con los puños apretados y temblando de la rabia, regresó a la habitación y se encerró en el baño. Tirándole a Uruha la puerta en las narices pues éste le seguía casi que de cerca llamándole. 

Takashima soltó un audible quejido, se apoyó en la puerta y se deslizó hasta verse sentado frente a ésta. ¿Qué fue lo que le pasó a Yuu? ¿Por qué era una chica? Y aunque no lo entendía, no podía negar que como chica aún era hermoso, ¿o querrá decir hermosa? Sacudió su cabeza para alejar esos pensamientos. Eso no era lo que importaba ahora, ¿qué pasaría con ellos de ahora en adelante? No podían simplemente llegar a la sala de ensayos mientras que Aoi tenía un par de senos en frente. ¿Cómo lo tomarían los chicos? ¿Qué decisión tomaría la compañía con respecto a esto? ¿Si quiera creerían eso posible?

Para Yuu ser el guitarrista de aquella banda era su vida. Y qué decir del manager, seguro le da una embolia en cuanto se entere. 

Aquellos pensamientos no sólo perturbaban al castaño, sino también al moreno, quien tenía su espalda apoyada en la puerta y la vista perdida en algún punto mientras abraza con fuerza sus rodillas. Tenía miedo de lo que pudiera pasar. No entendía por qué le pasaba éstas cosas a él, pero ya no importaba ése hecho, ahora lo que le daba vueltas en la cabeza y le hacía palpitar con aprensión su corazón era el rumbo que tomarían sus vidas, porque no era algo que sólo le perjudicase a él, es algo que hasta a sus compañeros de banda, que no sabían nada, también les perjudicaría. Y como si fuesen palabras mágicas, aquello le hizo sentir terriblemente culpable, y un pequeño dolor en el pecho le acudió, por causa suya el futuro de the GazettE ahora sería incierto… Y no sólo eso, también la relación que tenía con su castaño. ¿Qué pasaría si Uruha quisiera terminar con él porque ya no era hombre? Aquél pensamiento le hizo estremecer y un gimoteo adolorido salió de sus labios mientras que abrazaba sus piernas a sus pechos intentando darse fuerzas él mismo. Ahora sentía más miedo que nunca, no soportaría que el otro le abandonara. Se sentía tonto, débil y frágil.

Irónico, siendo él siempre el fuerte, la roca de Kouyou, aquella en la que el castaño pudiese dejar salir sus penas en busca de nuevas fuerzas. Siempre había sido él el que asumía todo por los dos. Pero ahora… Tenía ganas de reírse de su miserable comportamiento, ¿qué no era él el que pensaba que llorar era para tontos? Siempre criticaba a Shima por llorar, y ahora era él el que estaba llorando como nenaza.


Qué estúpido, ¡era una! Y se pateó mentalmente por eso.


Todo sollozo y/o movimiento cesó quedando sólo el rastro de lágrimas en su rostro cuando escuchó el tono de llamada en el móvil de Kouyou y agudizó lo más que pudo su oído para poner atención en lo que pasaba en el exterior.


 
***


Uruha dio un respingo por el susto que le causó su propio teléfono y se arrastró rápidamente por toda la habitación para contestar el aparato que descansaba en la mesita de noche. Era Kai. «Mierda». Miró el reloj de la habitación y comprobó para su desgracia que eran casi las siete con cuarenta y cinco de la mañana, el ensayo comenzaba a las siete. 

—Takashima, no quiero tus excusas baratas y sin fundamentos a éstas horas del día, pero dime en éste instante ¡¿dónde carajos estás y por qué carajos no están tu trasero y el de Yuu aquí?! —No había terminado de levantar el tapa de su teléfono cuando el grito de Kai se dejó escuchar. 

—Hola, Kai… 

—Oooh, nada de ‘hola, Kai~’, ¡tenemos cuarenta y cinco minutos esperándolos!, ¿por qué todos pueden ser puntuales menos ustedes? 

—¡Ay, Uke! Ni que siempre llegáramos tarde. 

—Ésta es la tercera vez —dictaminó con voz lúgubre. 

—¿Ves? No son tantas veces… 

—En la semana, Kouyou. 

—¡Bueno, está bien! Lo siento, ¿de acuerdo? Pero se ha presentado un… inconveniente —suspiró con cansancio sin saber cómo realmente llamarle a aquella situación que se encontraba en el baño—, y en serio, es algo delicado. Debes creerme al menos esta vez, por favor —suplicó. 

—¿Qué pasa, Shima? ¿Qué es eso tan delicado de lo que hablas? Somos tus amigos, sabes que estaremos para ayudarte en lo que sea, ¿verdad? Y ya me has dejado preocupado. 

—Sí, sí me puedes ayudar, Uke. ¿Nos darías el día libre a Yuu y a mí? Te juro que no es una trampa, sólo… necesitamos tiempo para intentar arreglar algo, por favor… 

—Si quieres podemos ir ya para allá e intentar ayu-… 

—¡No! —Uruha casi se cacheteó por esa reacción—. Ejém... D-Digo, no, Uke, es algo que… prometo que os diremos, pero aún no, por favor, danos tiempo, ¿sí? 

—Me tienes preocupado, Kouyou. Pero aun así, está bien, les daré a ambos el día libre; pero no olvides que aquí estaremos para ayudarles. Y mañana no quiero excusas.

—Gracias… Manda saludos a los dos tontos —Intentó sonreír al imaginarse que clase de bobada estuvieran haciendo en ése preciso momento, pero sólo le salió un simple gesto. 

—Así será… Adiós, Shima. 

—Adiós. 

Una vez colgó el aparto, volvió su mirada a la puerta del baño y dejó el móvil en el alfombrado, ya que había tomado la llamada desde el suelo. Sabía que Yuu habría escuchado todo, lo conocía. Se acercó de nuevo a la puerta de rodillas y apoyó la frente en la madera, mientras una de sus manos tocaba la superficie de la misma, como queriendo que ésta fuese su moreno. Al otro lado de la puerta, donde Yuu anteriormente se hallaba de frente a la misma con el oído pegado para escuchar la conversación de su novio con el líder, ahora se encontraba en una posición parecida a la de Uruha, con su frente pegada a la fría madera. 

—Yuu… Cariño, debemos hablar —Silencio, no hubo respuesta—. Por favor… 

Pasaron unos minutos pero después la puerta se abrió lentamente, dejando ver al mayor con un semblante aparentemente indiferente, pero casi olvidaba que Kouyou sólo leía su mirada, no le podía ocultar nada, ni el castaño a él. Era un lazo bastante fuerte. 

El guitarrista líder se levantó y caminó hasta sentarse en la cama, dando un par de palmaditas a su lado para que el otro ocupara ese sitio. Aoi a esas altura ya tenía puesta un delgada y suelta camiseta blanca que encontró en el baño antes de salir, no quería ir por el mundo enseñando sus "boobies". Tomó lugar donde el otro le había indicado y un incómodo silencio les acudió a ambos.


¿Qué harían? 


¿Cómo podrían sobrellevar ésta situación? 


El ambiente se tornó algo tenso, pero debían hablarlo, debían buscar soluciones. Aquello no sería fácil, pero estaban juntos. Y juntos lo iban a superar.


Pero ahora, ¿qué hacer? 











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